Hace años que el Grupo Guayubira viene denunciando los planes de la industria de la celulosa de mudarse hacia países como Uruguay y Brasil y de mantener la producción de papel en sus propios países. De esa manera buscan desplazar los impactos
resultantes de la producción de madera y de celulosa, a la vez que aumentar sus ganancias por los menores costos en los que aquí incurren.
Una prueba de ello tuvo lugar recientemente en Estocolmo, cuando
sobre la creciente tendencia de la industria sueca de la celulosa a invertir en países del Sur como Brasil, Uruguay e Indonesia.
Pese al pedido de organizaciones suecas, los organizadores del evento se negaron a dar un lugar en el panel a representantes de países del Sur que en ese momento se encontraban en Suecia. Entre dichos representantes había especialistas en impactos
sociales y ambientales de plantaciones forestales y fábricas de celulosa, procedentes de Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Swazilandia y Uruguay, así como un buen número de estudiantes suecos recién llegados de un estudio de campo donde constataron y
documentaron los impactos sociales y ambientales de Stora Enso en Brasil.
Por lo tanto el panel incluyó solamente representantes pro-plantaciones e industria de la celulosa, quienes brindaron una visión sesgada de los posibles efectos de esta migración de la industria sueca al Sur. Varios oradores destacaron el «fantástico» desempeño
de las plantaciones de eucalipto en Brasil, que producen diez veces más madera por hectárea que los bosques suecos. Países como Angola, Brasil, Chile, Mozambique y Uruguay fueron clasificados como «perspectivas interesantes» para plantaciones de árboles y fábricas de celulosa por ser «países de bajo costo». Se mencionó que en Brasil los costos eran la mitad que en Suecia.
Lo anterior, sumado al aumento mundial del consumo de papel y cartón que se prevé y a la disponibilidad de «dinero barato» para las inversiones en los países del Sur, ha motivado la decisión de la industria sueca de mudar al Sur su base de materia prima
(plantaciones forestales), así como su producción de celulosa.
Uno de los panelista invitados fue Otávio Pontes, vicedirector de Stora-Enso para América Latina, quien se extendió sobre el «exitoso» y «responsable» manejo de las plantaciones de árboles de Veracel Celulose en Brasil (propiedad por partes iguales de Stora-Enso y Aracruz Celulose) en tanto ejemplo de manejo sustentable de plantaciones de árboles.
Lamentablemente no se brindó al representante del movimiento brasileño Red Alerta contra el Desierto Verde (presente en el público) la oportunidad de rebatir la propaganda de Pontes desde el panel con los muchos ejemplos recientes relacionados con los impactos sociales y ambientales de Veracel.
De cualquier manera, los representantes del Sur y estudiantes suecos presentes en la audiencia lograron plantear algunos temas y rebatir las visiones sesgadas de las plantaciones forestales presentadas por la mayoría de los panelistas. Esto no fue fácil, dado que el moderador del seminario no solamente intentó evitar que se oyeran estas voces, sino que incluso tomó claramente posición a favor de las plantaciones de árboles y fábricas de celulosa en el Sur. En una de sus intervenciones desafió las posiciones críticas en esta discusión con la pregunta «Si ustedes están en contra de las plantaciones de árboles, ¿cómo piensan que podremos brindar textos escolares a los niños?», añadiendo: «¿Cuál es su alternativa?».
Se aclaró al moderador que en países como Brasil y Uruguay la gente consume diez veces menos papel por persona que en Suecia y que las fábricas de celulosa establecidas en esos países no producirán ni una hoja de papel -y menos aún para «textos escolares»- sino que exportarán la celulosa, sobre todo a países del Norte para la producción de papeles y cartones en su mayoría descartables. En el caso de Suecia, el 46% del papel consumido se relaciona con embalajes y envoltorios de otros productos, en tanto
otro 10% se destina a usos como pañuelos, servilletas y papel higiénico.
Con relación a las «alternativas», se respondió al moderador que la primera alternativa es la de NO plantar monocultivos de árboles, porque éstos resultan en pérdidas netas de empleos a nivel local y en otros muchos impactos sociales y ambientales que empeoran la vida de la población local.
En resumen, el seminario demostró, por un lado, que los planes de mudanza de la industria hacia el Sur ya están en marcha y por otro lado, que sus propulsores no están dispuestos a analizar seriamente -y ni siquiera escuchar- los impactos que ello pueda implicar en nuestros países.
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