KÖNIGSTEIN, domingo, 4 febrero 2007 (ZENIT.org). Los catequistas están tomando la iniciativa con medidas innovadoras para difundir el Evangelio en Uruguay, uno de los países más secularizados de América Latina.
Ante la gran escasez de sacerdotes, el obispo Luis del Castillo de la Diócesis de Melo (nordeste de Uruguay) ha explicado que los evangelizadores laicos encabezan el plan de revitalización de la fe en un país en el que el 75% de la población está bautizado, pero en el que sólo un 5% acude con regularidad a Misa. El obispo señala que la Iglesia afronta una misión dura en Uruguay, un país con un largo historial anticlerical que lo iguala en este sentido a Cuba. La separación de Iglesia y Estado se remonta a 1908, y en la escuela pública no se imparte una enseñanza religiosa. En una entrevista con Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), monseñor del Castillo habla de la creciente participación de los fieles laicos con el clero a la hora de desarrollar programas sociales y evangelizadores. El obispo dice que el los líderes laicos están empezando a desempeñar un papel crucial, al contar los 135.000 habitantes de su diócesis con tan sólo 18 sacerdotes, en su mayoría, extranjeros.
De ahí que los laicos católicos de las zonas rurales estén dirigiendo sencillos servicios de oración de la liturgia de la palabra, formando a catequistas, elaborando literatura religiosa educativa e interviniendo en programas de radio. El obispo, que califica a quienes regresan a la Iglesia de «cristianos recuperados», prosigue: «Los animamos a ser misioneros y a acompañar a los sacerdotes en sus visitas a las zonas rurales». Haciendo hincapié en que estas iniciativas son «pequeños pasos en la dirección correcta», el obispo señala: «Seguimos siendo pescadores de hombres, pero, por desgracia, no podemos echar nuestras redes con la esperanza de una lograr una pesca abundante, porque tenemos que ganarnos a las personas una a una».
Como el bautismo sigue siendo popular, el obispo está animando a los laicos a que catequicen a los nuevos padres con folletos, imágenes y posters que pueden utilizar con sus hijos. «Una vez bautizados a los hijos», explica el obispo, «los padres son reacios a acudir a la Iglesia. Nosotros queremos enseñarles la fe a los padres, para que sus hogares se conviertan en ‘iglesias domésticas’».