Desde hace al menos dos milenios se ha venido deteriorando la calidad del agua natural hasta llegar a niveles de contaminación que limitan estrictamente los usos del agua o la hacen perjudicial para los humanos. Este deterioro se ha relacionado con el desarrollo socioeconómico en las cuencas fluviales, pero en la actualidad el transporte atmosférico de contaminantes a largas distancias ha modificado el panorama: hasta zonas muy alejadas pueden verse indirectamente contaminadas.
Las primeras manifestaciones de contaminación de las aguas urbanas las encontramos en la Edad Media, con noticias y quejas sobre la insuficiencia de los sistemas de eliminación de los excrementos, los cursos de agua sucia y hedionda en las ciudades superpobladas y otros problemas similares. La primera vez que se estableció una vinculación causal clara entre la mala calidad del agua y los efectos sobre la salud humana se remonta a 1854, año en que John Snow atribuyó el brote de una epidemia de cólera en Londres a una determinada fuente de agua potable.
Desde mediados del siglo XX, y coincidiendo con el inicio de un crecimiento industrial acelerado, se han venido produciendo en rápida sucesión diversos tipos de problemas de contaminación del agua. Sobre esa situación europea cabe afirmar que:
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En el pasado, la contaminación del agua en los países en desarrollo se debía principalmente a los vertidos de aguas residuales sin tratar. La situación es hoy más compleja debido a la producción industrial de residuos peligrosos y a la utilización en rápido aumento de plaguicidas en la agricultura. De hecho, en algunos países en desarrollo, el problema de la contaminación del agua es más grave que en los países industrializados. Por desgracia, los países en desarrollo en su conjunto están muy atrasados en materia de control de las principales fuentes de contaminación. En consecuencia, la calidad del medio ambiente sufre un deterioro progresivo.
Tipos y fuentes de contaminación
Hay numerosos agentes microbianos, elementos y compuestos que pueden contaminar el agua. Pueden clasificarse de la siguiente manera:
– Organismos Microbiológicos
– Compuestos Orgánicos Biodegradables
– Materiales en Suspensión
– Nitratos
– Sales
– Metales Pesados
– Nutrientes
– Microcontaminantes Orgánicos
Los efluentes de fábricas de plaguicidas pueden contener importantes cantidades de esos productos manufacturados. Una proporción significativa de los contaminantes orgánicos se vierte al medio acuático a través de las escorrentías de superficies urbanas; y en las zonas agrícolas los plaguicidas con que se tratan los cultivos pueden llegar a las aguas superficiales a través de las escorrentías de agua de lluvia y del drenaje artificial o natural. También vertidos accidentales han ocasionado graves daños ecológicos y cierres temporales del suministro de agua.
Contaminación urbana
A causa de la contaminación urbana, multiforme, agresiva y en continuo crecimiento, la necesidad de mantener la calidad de los recursos hídricos se ha convertido en un problema grave, sobre todo en las zonas más urbanizadas del mundo en desarrollo. El mantenimiento de la calidad del agua se ve obstaculizado por dos factores: el hecho de que no se imponga un control de la contaminación en las fuentes principales, sobre todo las industrias, y la insuficiencia de los sistemas de saneamiento y de recogida y disposición final de residuos sólidos.
Repercusiones económicas
Las consecuencias económicas de la contaminación del agua pueden ser bastante graves, dados sus efectos perjudiciales sobre la salud humana y el medio ambiente. La mala salud limita la productividad de los seres humanos, y la degradación ambiental reduce la productividad de los recursos hídricos que utiliza directamente la gente.
Esta carga de patología económica puede expresarse no sólo en costes de tratamiento, sino también cuantificando la pérdida de productividad. Así ocurre especialmente con las enfermedades que son sobre todo invalidantes, como la diarrea. En la India, por ejemplo, se ha estimado que cada año se pierden alrededor de 73 millones de jornadas de trabajo por enfermedades relacionadas con el agua.
Las deficiencias de saneamiento y las epidemias resultantes tienen también un coste económico muy alto, como ha quedado patente en la epidemia de cólera de América Latina. Se ha estimado que la epidemia tuvo en Perú un coste de 1.000 millones de dólares debido a la caída de las exportaciones agrícolas y del turismo. Según el Banco Mundial esa cantidad es más del triple de lo que había invertido el país en servicios de abastecimiento de agua y saneamiento durante el decenio de 1980.
Los recursos hídricos afectados por la contaminación no resultan ya adecuados como fuentes de agua para el abastecimiento municipal. En consecuencia, es necesario instalar costosas depuradoras o traer el agua limpia desde muy lejos, lo que ocasiona unos costes mucho más elevados.
En los países en desarrollo de Asia y el Pacífico, la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP) estimó que el daño ambiental en 1985 tuvo un coste más o menos equivalente al 3 % del PNB, unos 250.000 millones de dólares, mientras que el coste de corregir esos daños sería de alrededor del 1 %.
Según el MSP, 24,4% de las defunciones de 2002 fueron provocadas por tumores. El Geo Montevideo llama la atención para la tasa de incidencia de cáncer en Montevideo que es la más alta del país, con 541 casos cada 100.000 habitantes, con una tasa de mortalidad masculina de 215/100.000 y 117/100.000 la femenina. Más del 25% de las muertes en hombres corresponden a cáncer de pulmón; en las mujeres, cerca del 20% es debido a cáncer de mama.
Aunque los estudios sobre el cáncer profesional son complicados porque no existen cancerígenos «completos»; las exposiciones ambientales aumentan el riesgo de desarrollar cáncer, no significa que este desarrollo futuro de cáncer sea seguro. Pero estos datos permiten decir que la inversión de capitales en control de la contaminación y proyectos que brinden a la población saneamiento y inciten las industrias a comprometerse con la preservación ambiental y el reuso de aguas son de extrema importancia y altamente rentable mismo cuando se piensa en enfermedades más complejas como el cáncer.
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– Los microcontaminantes orgánicos pueden clasificarse en grupos de productos químicos en función de su utilización y, por tanto, de la forma en que se dispersan en el medio ambiente: Plaguicidas (pesticidas y herbicidas), Las sustancias orgánicas volátiles (materiales de uso doméstico e industrial), Sustancias que son agentes directos e intermedios de síntesis químicas, como el tetracloruro de carbono para sintetizar freones, el cloruro de vinilo para polimerizar PVC y derivados clorados del benceno, el naftaleno, el fenol y la anilina para fabricar tintes figuran entre los materiales de uso esencialmente industrial. Proceden de fuentes puntuales y difusas, tanto urbanas como rurales. La mayoría tienen su origen en importantes actividades industriales, como el refino de petróleo, la minería del carbón, la síntesis orgánica y la fabricación de productos sintéticos, las industrias siderúrgicas, la industria textil y la industria de la madera y la pasta de papel. – La eutrofización se define como el enriquecimiento de las aguas con nutrientes de origen vegetal, sobre todo fósforo y nitrógeno, que generan un mayor crecimiento de vegetales. Al descomponerse, ese material conduce al agotamiento de las reservas de oxígeno de las masas de agua, lo que a su vez provoca una serie de problemas secundarios como la mortalidad de los peces y la liberación de gases corrosivos y otras sustancias indeseables, como gas carbónico, metano, sulfuro de hidrógeno, sustancias organolépticas (que dan sabor y olor), toxinas y similares lo que dificulta el tratamiento, sobre todo para eliminar las sustancias que dan sabor y olor. Los compuestos de fósforo y nitrógeno proceden básicamente de las aguas residuales domésticas no tratadas, pero hay también otras fuentes, como el drenaje de tierra agrícola con fertilizantes artificiales, las escorrentías superficiales de la ganadería intensiva y algunas aguas residuales industriales, que también pueden incrementar sustancialmente el nivel trófico de lagos y embalses, sobre todo en los países en desarrollo. – Los metales pesados como cromo, plomo, cadmio y mercurio son microcontaminantes de especial interés, pues tienen importancia para la salud y el medio ambiente a causa de sus características de persistencia, elevada toxicidad y bioacumulación. Los metales pesados que contribuyen a la contaminación del agua proceden básicamente de cinco fuentes: desgaste geológico, que es responsable del nivel de fondo; transformación industrial de menas y metales; utilización de metales y compuestos de metales, como las sales de cromo en las curtidurías, los compuestos de cobre en la agricultura y el tetraetilo de plomo como agente antidetonante en la gasolina; la lixiviación de metales pesados a partir de desechos domésticos y vertidos de residuos sólidos, y la presencia de metales pesados en los excrementos humanos y animales, sobre todo zinc. Los metales que se liberan en el aire procedente de las emisiones de los automóviles, la combustión de combustibles y los procesos industriales pueden depositarse en el suelo y incorporarse a las aguas superficiales. – La salinización del agua puede deberse a factores naturales, como la interacción geoquímica del agua con suelos salinos, o a actividades antropogénicas, como la agricultura de regadío, la entrada de agua marina a causa de un bombeo excesivo de aguas subterráneas en islas y zonas costeras o la eliminación de desechos industriales y salmueras de campos petrolíferos.– La concentración de nitratos en las aguas superficiales no contaminadas oscila entre menos de 0,1 y 1 miligramo por litro (expresado como nitrógeno), de manera que niveles de nitratos superiores a 1 mg/l indican influencias antropogénicas, como el vertido de residuos municipales y las escorrentías urbanas y agrícolas. La precipitación atmosférica es también una fuente importante de nitratos y amoníaco en las cuencas fluviales, sobre todo en zonas no afectadas por fuentes de contaminación directas, por ejemplo, algunas regiones tropicales. – son un importante medio de transporte de contaminantes orgánicos e inorgánicos. En los materiales en suspensión encontramos la mayoría de los metales pesados tóxicos, contaminantes orgánicos, patógenos, materiales orgánicos biodegradables y nutrientes como el fósforo. Las partículas proceden de la urbanización y de la construcción de carreteras, la despoblación forestal, las operaciones mineras, las operaciones de dragado de los ríos, fuentes naturales relacionadas con la erosión continental o catástrofes naturales. Las partículas más gruesas se depositan en el lecho de los ríos, los embalses, las llanuras aluviales y las marismas y lagos. – Sustancias orgánicas de origen natural (detritus terrestres alóctonos o residuos autóctonos de plantas acuáticas) o de fuentes antropogénicas (desechos domésticos, agrícolas y algunos industriales) son descompuestas por microbios aeróbicos a lo largo del curso del río. La consecuencia es un descenso del nivel de oxígeno del río a partir del punto en que se vierten las aguas residuales, lo que reduce la calidad del agua y pone en peligro la supervivencia de la biota acuática, especialmente de los peces de alta calidad. – son habituales en las masas de agua dulce contaminadas por vertidos de aguas residuales domésticas sin tratar. Entre esos agentes microbianos figuran bacterias patogénicas, virus, helmintos, protozoos y otros organismos pluricelulares complejos que pueden producir enfermedades gastrointestinales.los problemas de hoy son de otro tipo: por una parte, fuentes puntuales y difusas de contaminación «tradicionales», problemas de contaminación ambiental generalizada (compuestos orgánicos sintéticos y nuevas sustancias químicas), y, por otra, problemas «de tercera generación» que interfieren los ciclos globales (acidificación, cambio climático).se han determinado y estudiado los problemas del pasado (patógenos, balance de oxígeno, eutrofización, metales pesados) y se han identificado y aplicado en mayor o menor medida los controles necesarios, y