Recuerdo a Osiris Rodríguez Castillo en Buenos Aires

Me conocí vagando por la costa
con meses de chicharra y mojarrero,
cuando entre fogonazos de churrinches
brillaba plata viva en los espejos…

Yo merendé color en los chachales;
me hundía en una réplica del cielo,
cobre de sol maduro, por fuera;
rojo de sol naciente pecho adentro.

Un antiguo coloquio de torcaces
me ablandó el arenal, para los sueños,
y la oración de manos en la nuca
que me llevó a los pagos del secreto…

Supe ser un gurí bien de mi raza;
pero dejé en los libros el dialecto,
y perdí el fresco aroma de las flores
con nombre guaraní, que fué mi griego…

Junté polvo de trillo en la memoria
siguiendo el rumbo horizontal del tiempo,
y amaba el alma pálida de Europa
como a una flor anémica de invierno…

Se lo considera, sobre todo por sus composiciones más que como cantor, uno de los fundadores del canto popular uruguayo y su gran eclosión en la década del sesenta. Todos recuerdan «Gurí pescador», «La Galponera», «Tata Juancho», «Corrales de Algorta», «Domingo de Agua», «El Malevo»…
Su obra influyó tambien en la Argentina en la época de oro del folklore (1960-1970) y fué interpretada por Eduardo Falú, Jorge Cafrune, Carlos Di Fulvio, Suma Paz, José Larralde, entre otros. Con Falú compuso la zamba «Tiempo del Jacarandá». Tiene estatura continental: Osiris, con Atahualpa Yupanqui y Violeta Parra, constituyen el trípode cumbre suramericano.
Músico excepcional, descolla en las letras. Su poesía surge de una base criollista tradicional, con antecedentes en José Alonso y Trelles (El Viejo Pancho), Romildo Risso y Serafín J. García, y logra un vuelo propio. «Como todo poeta auténtico, su poesía instaura un orbe lírico personal e intransferible y su voz poética modula, dentro de una tradición, un tono nuevo. La raíz criollista y telúrica, la asunción del paisaje en cuanto ingrediente sustancial de la propia circunstancia, el entrañable acercamiento al hombre de nuestra tierra son algunos de los elementos que crean la indicada afinidad poética entre Osiris Rodriguez Castillos y ese grupo de poetas que levantan su creación desde similares coordenadas» (Arturo Sergio Visca). Y su originalidad se experimenta intensa, y solamente, con la mera lectura de sus poemas.

Hoy he vuelto a mis lares;
al remanso donde se queda el tiempo.
Regresé jubiloso a donde estaba
tantas lunas atrás con mi dialecto,

y miro el diapasón de mi guitarra
como a una escala de llegarme adentro,
y encuentro ¡al fin! intactas mis palabras
sobre la cicatriz de los conceptos.

Ya estoy en mi, y ascenderé mañana
rojo de sol naciente, pecho adentro,
con la misma pasión que por el alba
se despierta clarín el teru- teru!

Resurgiré con puas en las alas,
de este colmo de grillos en silencio,
de este dialecto líquido que pasa
con resaca de estrellas junto al ceibo!!

(Fragmentos de «Canción para las púas de mis alas»)

LIBROS: «Grillo Nochero» (1955); «1904. Luna Roja» (1957); «Entierro de Carnaval» (1960); «Cantos del Norte y del Sur» (1963); «Vida y Aventuras del Gaucho Alambre» (1979); «Los de Adentro y los de Afuera. Prehistoria Oriental de la Nación Uruguaya» (inédito); «El Libro de las Cosas». Poemario (inédito); «La Ruleta de la Muerte». Novela (inédita).

DISCOS: «Poemas y Canciones Orientales» (1962); «El Forastero» (1966); «Osiris Rodriguez Castillos. Vol. 3 (1970); «Cimarrones» (1973), reeditado en CD (1996); «Pájaros de Piedra» (1974); y una antología editada en Argentina en formato CD, «Romance del Malevo» (1997).